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Vespertina Star

28.3.07

La nostalgia y su precio

Tomé sus libros. Sí, aquellos que dejó abandonados, los que me regaló a sabiendas de que no le interesaban a nadie sino a él, los que venían dedicados a eso que nunca fui sino de dientes para afuera. El momento de reiniciar había llegado: podía encender una pira funeraria con ellos. Revolví esos con los ejemplares que tenía repetidos, con los que no planeaba volver a leer, con los que ni siquiera inicié.

Llevé todo a la librería de viejo en la que nos conocimos. ¿Cuánto me darás por ellos? Déjame pensarlo, ve si los quieres cambiar por algo. La última vez que hice eso, cambié una pila de chatarra por las obras completas de Villaurrutia... puede valer la pena.

Reviso los volúmenes que me rodean. Acaricio los lomos con las puntas de los dedos. Pienso en autores, obras, sensaciones. Mis deseos, mis anhelos, las nuevas rutas se proyectan ante mí.

Encuentro dos tomos de un poeta que el nuevo él me ha leído. Suman exactamente el presupuesto de intercambio. Me llevo éstos, aparto éstos, vengo por ellos la próxima semana.

Yo creí que iba a deshacerme de las nostalgias del pasado. En vez de ello, creo que sólo vine a construir los fantasmas del futuro. Dos volúmenes por los que, cuando todo termine (porque siempre, todo termina) me darán cinco, diez pesos. No más.

Al fin y al cabo, los últimos despojos de la nostalgia de él no valían más de 40... Eso es lo que cargué durante un año: 35 pesos de nostalgias mal curadas. Es bueno saber cuanto cuestan los dolores viejos.

12.3.07

Nostalgiar.

Salgo una y otra vez a la calle y me topo con cosas que me hacen pensar en aquellas que fuimos.

Recuerdo con una sonrisa todo lo que compartí contigo, las pláticas más grandes que la vida, la música recién descubierta, las bromas privadas, tus obsesiones y las mías, las coincidencias que nos habían llevado a ser. Sueños comunes (conjuntos y corrientes).

Fuimos grandes amigas. Ahora ya no somos las que éramos.

Me descubro nostalgiando en clave de fa por esas amigas inseparables, por esas cómplices que se contaban todo, por las identidades perdidas. Comparo sin querer nuestra separación con el rencuentro más reciente, esa adolescente inconforme que ahora es un personaje que quiero conocer de nuevo.

Supongo que nosotras crecimos en diferentes direcciones.

Extraño la mujer que fuiste. No estoy segura de querer reunirme con la mujer que quieres ser.

Me quedo, entonces, con las buenas memorias. Con las risas que tuvimos. Con esos pequeños detalles que toda la vida saltarán a mi encuentro para recordarme la que fuiste y la que fui. Tan joven y tan viejo, like a rolling stone.