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Vespertina Star

21.4.10

Exorcismos

(estuve a punto de cumplir un año abandonando este espacio. eso debe querer decir algo. no sé qué)

Estoy caminando rutas que anduve contigo de la mano. He pisado territorios que había jurado no volver a visitar. Es como recorrer una ciudad después de haber vivido los bombardeos de la guerra en ella. Hay muchas cosas que mueven recuerdos que aún son fantasmas. Existe una parte de mí que sigue atenta a lo que fui. Lo que he descubierto (además de saber que esa parte seguirá ahí por siempre, en definitiva) es que ese yo que fui no duele más; ya no es la parte esencial de mi ser, ni eje ni brazo. Es, simplemente, como es mi apéndice, como es el lóbulo de mi oreja derecha.

El resto de quien soy mira hacia el frente y a los lados: se asombra de los edificios que hay ahora en donde antes sólo hubo escombro y llamas, saluda a los niños que corren por las calles y al cachorro que saluda y mueve el rabo ante una puerta. Esa que soy ahora admira sin pudor aquello que está vivo en lo que antes sólo fuera muerte, destrucción, miedo, cenizas. No he olvidado, por eso me maravilla más descubrir el mundo nuevo (pero antiguo) en el que habito.

Lo curioso es que hoy vengo de la mano de alguien más. No fue eso lo único que cambió: soy toda yo, es el paisaje. Lo único que no cambia es el fantasma: ser el mismo siempre, fiel a sí mismo, es lo que lo hace desdibujarse poco a poco y ser exorcizado. Es lo que desdibuja las pesadillas de la noche anterior en una simple infección súbita de temores a combatir con un poco más de cotidianidad, de oxígeno, de vida.

El exorcismo más puro no será aquél que expulse a los demonios violentamente, sino aquél que deslave al monstruo, que le devuelva la cualidad de etéreo al fantasma hasta desvanecerlo.