.comment-link {margin-left:.6em;}

Vespertina Star

29.1.06

Un minuto.

Existías. Lo sé porque lo recuerdo, porque no tengo más certezas que aquello que me queda en la cabeza cuando todo lo demás se va.

Una única tarde mágica, una plática venida a más acerca de las múltiples teorías del amor y el instante. Después de dos años de saber que existíamos, por fin nos tomábamos unas horas para conocernos.

Sabíamos que esa era una oportunidad especial y fugaz, que nuestras vidas tenían su estructura, su peso específico y su densidad, que probablemente esa burbuja no se repetiría. Cada uno de nosotros tenía un par de brazos al cual volver, un refugio seguro y anhelado. Éramos felices por nuestra cuenta, y esa conciencia de no necesitarnos desesperadamente volvía menos real el encuentro.

He olvidado tu nombre, pero recuerdo algo. Tal vez tus ojos, tus palabras respecto a mis labios, mi peinado, el parecido con una obscura actriz que desde entonces me obsesiona.

Discutimos sobre literatura. Tú fumabas con ansiedad, como si el humo pudiera responder aquellas cosas que nos parecían tan lógicas y al mismo tiempo tan extrañas.

Habíamos esperado ese momento sin imaginarlo. Era algo que vibraba desde más allá de nuestra mente, de nuestro corazón. Inexplicable, tal vez, y aún más porque no había necesidad ni desesperación ni anhelo. No queríamos pasar la vida juntos. Sólo esa tarde, y una amistad que duraría lo que tuviera que durar. Nada.

¿Cuántos ángeles caben en la cabeza de un alfiler? Los que así lo deseen. ¿Cuántos temas caben en cuatro horas? Los que sean necesarios.

La vida regreso a su cauce pronto pero tarde. Mi mundo ni siquiera tembló. El tuyo amenazó con colapsar, luego se condensó lentamente y al final se extinguió con poco más que un suspiro en silencio.

Y sin quererlo, comprendí lo que significaba ser "la otra". Porque el colapso me tomó como pretexto, porque no pude prevenir lo que harías tú, lo que haría ella. No volví a tocar su territorio en mucho tiempo. Después ella llegó hasta mí, te trajo de regreso sin que en realidad volvieras nunca y finalmente te marchaste. Yo fui su amiga un tiempo más, hasta que la vida, el sentido común, la impaciencia, me alejaron.

Han pasado años. He olvidado casi todo. Recuerdo tu cara, tu sonrisa, tu forma de fumar y de decirme cosas y luego razonarlas y no sentir absolutamente nada.

Ayer, camino a mi trabajo, tomé la misma avenida de siempre. Y estabas ahí, parado en una esquina a dos cuadras de mi departamento, esperando no sabré que cosa. Vestido de negro. No fumabas. El pelo sobre el ojo izquierdo, como siempre.

Recuerdo pocas cosas, pero recuerdo todo. He olvidado tu nombre y tu recuerdo, pero recuerdo más de lo que digo. Sé que existías. Sé que existes ahora. Nunca sentimos nada, pero yo siento más de lo que pienso.

Te pondré cualquier nombre...

4.1.06

Frases inconexas (pero que se pegaron unas con otras).

veo pasar las horas. no hay nada que me sirva para solucionar la desesperación. bebería tal vez un litro de aceite de oliva. he dejado de beber café desde que faltas. sólo bebo infusiones y tisanas, menta y flores para calmar mis ansias. extrañar tanto que estar vivo es molesto. como no puedo soportar tu ausencia, me oculto debajo de las rocas. apareces y de pronto mi mundo se para de cabeza. te veo, te pienso como si fueses un desconocido. no es nada y lo es todo al mismo tiempo. saberte ahí y no poder tocarte. mirar mi estúpido teléfono, como si de tanto observarlo fuera a hacerlo sonar. aislada de mi propia vida que se volvió tuya, me dispongo a iniciar una nueva existencia. es tonto, lo sé. pero no puedo hacer más. hasta te llevaste las mayúsculas de mi teclado. gracias a dios dejaste los acentos. hasta dios se hizo un sustantivo común en vez de nombre propio.

mi corazón es una casa sin ventanas.