Basta.

Me basta mi voz para escucharte,
mi respiración para sentirte,
mis sueños para poseerte.

Me basta sonreír para mirarte,
leer tus palabras para construirte,
no teorizar para necesitarte.

Basta tu voz para reconstruirme
tus manos en las mías para afianzarme
tu aire de duende para hipnotizarme.

Basta tan poco y tanto para que te quedes
que no me siento dentro de mi suerte
que no comprendo como es que tu puedes
existir tanto fuera de mi mente.

Chiquillo: Y qué si la distancia, qué si el tiempo, qué si los miedos y los fantasmas. Qué me importa que físicamente estemos a 55 kilómetros ida y vuelta, si te estoy empezando a llevar debajo de la piel y si cierro los ojos apareces...

Para cualquier otro lector: Disculpa el cursi. Ya me harté de no querer, de estar muerta, de vivir a la sombra. Y no pude evitar escribir esto, que también es parte de la viscosa materia gris que me escurre del cerbro... Y ya.